El justo vivirá por su fidelidad a Dios
El contraste entre amar lo terrenal contra amar a Dios y vivir conforme a su voluntad
25 Octubre, 2024
Por Esteban
Permanecer en Cristo
El capítulo 2 de Habacuc me recuerda lo que dice 1 Juan 2:17: “el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre“.
Este capítulo en pocas palabras me dice: los que confían en sí mismos y sus cosas materiales están construyendo su vida sobre la arena, pero el que obedece los mandamientos de Dios, está construyendo su vida sobre la roca que es Cristo.
Empecemos por Habacuc 2:4 el cual nos dice esto:
“¡Mira a los orgullosos!
Confían en sí mismos y sus vidas están torcidas.
Pero el justo vivirá por su fidelidad a Dios.“
El orgulloso, aquel que niega a Dios, se cree autosuficiente, está alejado de Dios viviendo fuera de Su voluntad. Como dice Proverbios, su propio camino le parece derecho pero en realidad su fin es de muerte, es sabio solo en su propia opinión.
Pero en contraste, el fin del camino del justo es vida. Me encanta cuando la Palabra nos llama “justos” porque no me habla de mis propias obras o de que yo sea bueno, sino me habla de que he sido justificado por la fe en Jesucristo (Romanos 5:1). Y es Jesucristo quien nos da vida y vida en abundancia.
Así que los justos viviremos por nuestra fidelidad a Dios. Y esa fidelidad significa permanecer en Cristo. Si permanecemos en Él y su Palabra permanece en nosotros daremos mucho fruto y de esa manera el Padre es glorificado.
Las riquezas perecen, Cristo permanece
Habacuc 2:5 dice:
“La riqueza es traicionera
y los arrogantes nunca están tranquilos […]
nunca están satisfechos.“
Hay quienes confían en sus propias riquezas y se olvidan de Dios. Siempre he dicho que Dios no está en contra que tengamos abundancia material, muchas personas de la Biblia tenían abundancia, pero el problema es cuando nuestra confianza está en esas cosas terrenales.
Y esas riquezas o cosas materiales son traicioneras. Te dan estabilidad temporal, te dan amistades temporales, te dan felicidad temporal, te dan paz temporal. Solo Cristo nos da paz que sobrepasa todo entendimiento. Solo Cristo nos gozo en medio de las pruebas. Solo Cristo nos da vida en abundancia.
Quienes confían en sus riquezas y se olvidan de Dios se vuelven arrogantes, sienten que no necesitan de Dios. Pero aún así nunca están tranquilos ni satisfechos. Siempre habrá algo nuevo que desear, siempre habrá algo nuevo que obtener. Y es que como dice Eclesiastés, el ojo nunca se cansa de ver ni el oído de oír. Y Dios ha puesto eternidad en nuestros corazones, la cual no se va a llenar con cosas temporales. Solo Dios, quien es eterno, llenará ese vacío de nuestro corazón.
Ahora, Habacuc 2:6 dice esto:
“… pero ¿cuánto tiempo puede durar esto?”
¿Cuánto le pueden durar las riquezas materiales a una persona? Ni 100 años. En promedio vivimos 70 – 80 años, así que es lo máximo que te podrán durar. Y después de eso la eternidad, después de eso dar cuentas a nuestro Creador.
Nada de lo material nos lo llevaremos después de la muerte. Pero Cristo sí estará con nosotros hasta el fin del mundo, ni la muerte nos puede separar de Él (Romanos 8). El que cree en Él tiene vida eterna.
La tierra será llena de la gloria del Señor
Quienes construyen sus riquezas de formas deshonestas enfrentarán las consecuencias de ello en su vida.
Los versículos 9 y 12 hablan sobre esto y me confirman que los creyentes también podemos tener riquezas, pero que el problema está en hacerlas de la manera incorrecta sin el temor de Dios.
Habacuc 2:9 y 12 dicen:
“¡Qué aflicción te espera a ti que construyes mansiones
con dinero deshonesto!“
“¡Qué aflicción te espera a ti que construyes ciudades
con el dinero adquirido mediante el crimen y la corrupción!“
Dice la Biblia que todo lo que sembremos eso vamos a cosechar. Esa es una ley espiritual inquebrantable. Así que quienes ganan dinero con acciones deshonestas, crímenes, corrupción, o en pocas palabras, de manera pecaminosa, cosecharán los frutos de esas malas acciones.
Eso no es nada esotérico, no es nada que el ateo pueda negar, estamos hablando de las consecuencias de las acciones de una persona. Ya sea que mis acciones sean buenas, tendrán consecuencias buenas; o que mis acciones sean malas, tendrán consecuencias malas. Muy simple.
Y hablando de las consecuencias de nuestras acciones, Romanos 5 dice que la paga del pecado es muerte espiritual.
La peor consecuencia de nuestro pecado es que este nos separa de Dios. Si bien podemos sufrir otras consecuencias por nuestras malas acciones, la más lamentable de ellas es que nos separan de Dios. Sin santidad nadie verá al Señor.
Ahora, mientras las riquezas se vuelven nada, Dios siempre permanece y su gloria se manifestará en nuestras vidas. La tierra se llenará del conocimiento del Señor.
Que hermosa promesa. Proverbios dice que la verdadera sabiduría es temer al Señor. Es decir, tener reverencia ante Dios, apartarnos del pecado, vivir en santidad. También proverbios dice que la verdadera inteligencia es el conocimiento del Altísimo.
Y el nuevo testamento dice que esa es la vida eterna, conocer a Dios y a Jesucristo a quien Él envió para salvarnos.
Así que mientras el mundo confía en las cosas materiales y se olvida de Dios y nunca se satisface, nosotros quienes hemos creído en Jesucristo tenemos esa vida eterna en Él al conocerlo día a día, y es esa presencia de Dios en nuestras vidas la que nos satisface.
Cristo dijo que el que tenga sed venga y beba de Él, quien es el agua de vida eterna, y no tendrá sed jamás.
Los versículos 18 y 19 de Habacuc 2 terminan diciéndonos que es necio confiar en los ídolos de este mundo y que eso también traerá aflicción. Cabe mencionar que los ídolos no son solo las imágenes de “santos”, sino cualquier otra cosa que pongamos primero que Dios en nuestras vidas; lo cual puede ser nuestro dinero o cosas materiales (tema de este capítulo), nuestro conocimiento, las redes sociales, o cualquier otra cosa incluso la religiosidad misma (Mateo 19:16-30).
Y me encanta el final de este capítulo, después de recordarnos no confiar en los ídolos de este mundo, nos dice esto en el versículo 20:
“Pero el Señor está en su santo templo.
Que toda la tierra guarde silencio delante de él“
Dios sigue en su trono, teniendo el control de nuestras vidas. Estemos quietos y conozcamos que Él es Dios. Mostremos reverencia al buscarlo cada día en intimidad. Continuemos buscando su presencia la cual sacia nuestras almas.