La Palabra de Dios ordena nuestras vidas

Salmo 119, versículos 1 al 8 – Alef

11 Octubre, 2024

Por Esteban

En los primeros 8 versículos del Salmo 19 veo que predomina un tema: la Palabra de Dios como agente que pone en orden nuestras vidas.

Esto me hace pensar en la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas que vemos en Génesis. En el versículo 2, “la tierra estaba desordenada y vacía” pero el “Espíritu de Dios se movía sobre las aguas”. En el resto del capítulo vemos como Dios trae orden y belleza a la creación.

De la misma manera, el Espíritu Santo trae orden y belleza a tu vida a través de la Palabra de Dios.

La Palabra de Dios hace “bienaventurados” (o doblemente felices) a aquellos que andan en la ley de Jehová (v.1), no porque seamos perfectos en nosotros mismos, sino porque la perfección de Cristo nos reviste.

Aquellos quienes buscan a Dios con todo su corazón y permanecen en Cristo y Cristo en ellos (Juan 15) reciben esa misma bendición de ser bienaventurados (v.2)

La Palabra de Dios nos aleja del pecado. De nuevo, no porque nos haga perfectos sino porque su Gracia produce en nosotros el querer como el hacer por su buena voluntad (Filipenses 2:13) (v.3)

El Espíritu Santo nos dará discernimiento y nos convencerá de pecado, justicia y juicio de manera que ordenará nuestras vidas y producirá en nosotros una vida piadosa. (vv. 4 – 5)

El enemigo a veces quiere avergonzarnos o recordarnos nuestro pasado y nos quiere hacer creer que no merecemos el amor de Dios. Pero el Espíritu Santo a través de Su Palabra nos recuerda que somos aceptos en el Amado (Efesios 1:5-6), de manera que ya no seremos avergonzados (v.6)

Conforme vamos creciendo más y más en nuestra relación con Dios, nuestra vida va en aumento como la luz de la aurora (Proverbios 4:18) hasta llegar a la estatura del varón perfecto, Jesucristo (Efesios 4:13). De esa forma, pareciéndonos cada día más a Jesús, nuestra vida será olor grato a Dios (v.7)

Sin embargo, mientras estemos en la carne lucharemos contra nuestros deseos terrenales; la carne y el Espíritu Santo se oponen entre sí (Romanos 8), de manera que necesitamos el auxilio del Espíritu Santo, pidiéndole que no nos deje en este proceso (v.8)

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  • Salmo 119: 17 – 24 (Guímel)
  • Salmo 119: 25 – 32 (Dálet)
  • Salmo 119: 33 – 45 (He)
  • Salmo 119: 41 – 48 (Vau)
  • Salmo 119: 49 – 56 (Zain)
  • Salmo 119: 59 – 64 (Chet)
  • Salmo 119: 65 – 72 (Tet)
  • Salmo 119: 73 – 80 (Yod)
  • Salmo 119: 81 – 88 (Caf)
  • Salmo 119: 89 – 96 (Lámed)
  • Salmo 119: 97 – 104 (Mem)
  • Salmo 119: 105 – 112 (Nun)
  • Salmo 119: 113 – 120 (Sámec)
  • Salmo 119: 121 – 128 (Ayin)
  • Salmo 119: 129 – 136 (Pe)
  • Salmo 119: 137 – 144 (Tsade)
  • Salmo 119: 145 – 152 (Cof)
  • Salmo 119: 153 – 160 (Resh)
  • Salmo 119: 161- 168 (Sin)
  • Salmo 119: 169 – 176 (Tau)